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sábado, 16 de octubre de 2010

El fantasma de la periostitis.La lesión más común de los corredores.

La periostitis, una verdadera plaga en el corredor de fondo, se caracteriza por la inflamación dolorosa de la cara anterior de la pierna. Llamamos pierna, en castellano y en Medicina, al espacio comprendido entre la rodilla y el tobillo. Y es ahí donde duele una “periostitis”.

Todos los huesos del cuerpo están recubiertos por una membrana fina y compleja a la que se llama periostio, que cuando se inflama (“itis”: inflamación) compromete seriamente la llegada de riego sanguíneo y señal nerviosa al correspondiente hueso.En la pierna suele afectar a la tibia y por ello esta lesión, tan frecuente en el fondista, se debe llamar con propiedad “periostitis tibial”.
La periostitis tibial se presenta con dolor en la “caña de la pierna”, esto es en el tercio inferior de la pierna, pero puede extenderse más arriba, casi hasta la rodilla.
 Esa sensación de dolor con quemazón aumenta con el esfuerzo, con los cambios de terreno y también por la noche con el simple roce de la cama. Es en épocas de entrenamiento exigente o tras varias competiciones cuando comienza a sentirse una extraña y generalizada sobrecarga de una o ambas piernas. Otras veces un cambio de zapatillas o de terreno puede precipitar la inicial sensación de congestión a la de incipiente dolor localizado a punta de dedo y días más tarde extendido hasta media pierna.
Tratamiento de las periostitis
El tratamiento comienza con la disminución del entrenamiento. Primero se debe reducir la intensidad retirando cualquier entrenamiento fraccionado tipo interval o cualquier trabajo de ritmos. Si no es suficiente se pueden evitar los terrenos irregulares y con subidas y bajadas. También conviene evitar el fartlek y las cuestas o las gradas. El “taping” o vendaje funcional con esparadrapo estático, no elástico, ayuda a atenuar la vibración que desde el pie y por el impacto contra el suelo llega hasta la rodilla a través de la tibia. Si comprobamos que aun con vendaje apropiado siguen los síntomas con la misma virulencia hay que acudir a un médico especialista. Al terminar el suave trote aplicaremos hielo, con bolsa de cubitos por ejemplo, generosamente hasta llegar incluso a los veinte minutos o la media hora sobre la cara dolorosa de la tibia que debemos proteger convenientemente con un trapo fino o una sabanilla. Después de estirar escrupulosamente los músculos de la pierna de forma analítica, se puede aplicar un masaje descongestionante que recorra toda la pierna anterior y los gemelos y sóleo en la posterior.
 

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